Enseñanza
“Gastón Frydman es un profesor talentoso y apasionado, dedicado al crecimiento musical y pianístico de sus estudiantes. Después de haberlo observado enseñar en varias ocasiones, estoy seguro de que sus estudiantes recibirán comentarios expertos junto con orientación artística que nutre al músico completo”. Sean Schulze DMA Decano académico asociado, profesor de piano (pedagogía pianística, literatura pianística, JMP). Instituto de música de Cleveland
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“Estudiar con Gastón Frydman ha impactado poderosamente la perspectiva en la que veo la música. Aprendí que ser capaz de identificar las diversas emociones dentro de una pieza de música es fundamental para comprender la música. Debido a mis estudios con él, ahora sé cómo expresar mejor esas emociones. Ya sea a través de ejercicios técnicos proporcionados, enfatizando notas específicas o utilizando la fuerza física a mi favor, todas estas son cosas que me ayudaron a perfeccionar mi habilidad musical. En general, Gastón ciertamente ha dejado una huella significativa en la forma en que veo la música y en la forma en que veo el piano”. Myles Temesi Alumno de piano en el pregrado del Instituto de música de Cleveland
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Todos conocemos la infame frase “el que puede, toca. El que no puede, enseña”. Entre muchas otras cosas, esta frase es doblemente incorrecta. Aquellos que no pueden tocar a un alto nivel necesariamente tendrán algunos vacíos en su enseñanza, y la mayor parte de los grandes intérpretes no son buenos Maestros. Tomando una actividad básica como, leer por ejemplo, sabemos cómo hacerlo, pero saber cómo lo aprendimos y enseñarle a alguien más es otra historia. Además, enseñar piano es una actividad tan monumental que requiere tanto saber como ocupación. Los resultados entre: la posición pasiva de corregir algunos errores obvios y responder las pocas preguntas de un estudiante, que está en su clase precisamente porque no sabe cómo trabajar por sí mismo, y, la posición activa de hacer planes a corto y largo plazo trabajando juntos para conquistarlos, serán muy diferentes.
En mi caso, crecí soñando con ser pianista, desconociendo por completo qué significaba serlo. Enseñar no era algo que tuviera en mis planes. Durante mis 20 años en este camino, hubo momentos mejores y peores en los que creo que tuve la gran fortuna de aprender y desarrollar en una etapa temprana algunas habilidades artísticas extremadamente importantes de las que muchos brillantes jóvenes pianistas carecen, mientras al mismo tiempo, carecía yo mismo de algunas otras habilidades extremadamente importantes y paradójicamente más básicas que todo joven pianista debe poseer.
Hace unos años, mientras estudiaba en un conservatorio de primer nivel y rodeado de muchos excelentes jóvenes pianistas, me encontré en un gran dilema. Por un lado, sufría terribles lesiones y era incapaz en algunas habilidades pianísticas mecánicas básicas, por otro lado, algunos de los grandes músicos que más admiro elogiaban mi música por ser especial y constantemente muchos de mis compañeros de clase -que a menudo eran mucho mejores pianistas que yo- me pedían que los escuchara y les diera consejos.
Paso a paso seguí trabajando, pensando, resolviendo, desarrollándome y tomando conciencia de los problemas que tenía, y al mismo tiempo, comencé a asistir a mis clases pedagógicas requeridas. En este momento es cuando sucedió algo mágico: mientras analizaba y trabajaba en mis fallas, tratando de ser el mejor maestro posible para mí mismo, también me fue requerido que comenzara a enseñar a algunos pianistas más jóvenes en la institución, y entonces descubrí que mientras había estado intentando convertirme en un buen maestro para mí mismo, también me había accidentalmente convertido en un buen maestro para otros.
Hay una gran cantidad de cosas valiosas que aprendí de cada uno de mis maestros, estando especialmente agradecido por la guía que recibí en la línea de interpretación y pensamiento crítico, pero al mismo tiempo, muchas enseñanzas provinieron de los malos momentos experimentados. Aprendí lo más básico de la técnica pianística cuando me enfrenté a tocar las obras más difíciles del repertorio en mis 20s, a practicar eficientemente cuando me encontré a pocos días de un evento importante tras no haber progresado en meses, a desarrollar un cuerpo fuerte después de tener terribles lesiones, a encontrar la paz mental después de experimentar mis momentos más oscuros, a prepararme para concursos tras haber estado en esos escenarios sin buena preparación, y la lista podría seguir.
Bruno Gelber me dijo una vez que “un Maestro debe enseñar desde el do re mi hasta las Goldberg”, y esto es cierto en el sentido más amplio posible. Nadie nace con un conocimiento innato, sin embargo, a menudo nos arrojan a salas de práctica sin ninguna guía real. ¿Cuántas veces nos dijeron que “fuéramos a practicar”? ¿Cuántas veces no vimos progreso en nuestro trabajo? ¿Cuántas veces vimos a personas tocando una y otra vez lo mismo cometiendo los mismos errores? La respuesta es muy simple, a menudo limitamos nuestro trabajo a la mera repetición. Practicar mucho es sin duda importante (y cuánto lo hacemos tendrá mayor impacto en la cantidad de repertorio aprendido que en el nivel de nuestra interpretación), pero también es esencial practicar con un propósito. La función de la repetición es reforzar las ideas, por lo tanto, repetir sin pensar los mismos errores no solo no conducirá al progreso, sino que hará que nuestros problemas actuales sean más fuertes.
Entonces, ¿qué debemos hacer? Para empezar, dejar la magia a un lado. No esperemos que la memorización ocurra milagrosamente algún día, no esperemos que el metrónomo (objeto obsoleto y peligroso) nos ayude a tocar más rápido, no repitamos sin saber por qué estamos repitiendo algo (por supuesto, es indispensable, pero solo en su debido momento), no esperemos que el instrumento nos dé algo que no tenemos dentro, y abracemos los siguientes dos pasos: Interpretación (las ideas de lo que queremos hacer que tenemos en nuestra cabeza) y ejecución (cómo nos relacionamos físicamente al instrumento para hacer que otros escuchen lo que queremos hacer). El primero es el más difícil de desarrollar, y para hacerlo, el profesor debe encargarse de guiar, inspirar, presionar y hacer las preguntas correctas al estudiante, ayudándole a desarrollar su propio conocimiento, curiosidad e imaginación. Sin embargo, el positivismo no se aplica aquí, convertirse en un verdadero artista lleva mucho tiempo y tiene mucho que ver con cada individuo. Además, el profesor siempre debe tener mucho cuidado de conservar la posición de guiar al estudiante en su viaje artístico y no crear un clon (razón por la cual se dice que Horowitz, por ejemplo, nunca tocó una nota frente a sus alumnos, ya que su influencia hubiera sido demasiado fuerte como para no intentar copiarlo). El segundo es el más fácil y rápido de los dos, ya que podría desarrollarse casi al instante de hacer lo correcto, pero es igual de importante, y sin él, realmente no importa nuestra habilidad artística, ya que no seremos capaces de mostrarla, y nadie lo sabrá. Este lado de la ejecución consiste en transformar cada una de nuestras ideas, a través de habilidades físicas, en sonido, y funciona como las matemáticas. O sabemos cómo hacerlo o generalmente fracasaremos, quizás haciéndolo correctamente de vez en cuando por accidente.
Estas herramientas también podrían descubrirse sin ayuda externa, pero esto necesariamente llevará mucho más tiempo, y es posible que nunca llegue. Fue Tchaikovsky quien dijo: “Me siento al piano regularmente a las nueve de la mañana y Mesdames les Muses han aprendido a llegar a tiempo para esa cita”. Es más probable que los resultados aparezcan por trabajar bien y no (solo) por mirar las estrellas en busca de inspiración. Obviamente, hay diferentes formas posibles de sentir el arte y hay muchos ejemplos de pianistas igualmente increíbles tocando completamente diferente, pero antes de llegar allí y hablando de un nivel mucho más banal, también hay caminos fácilmente reconocibles que casi siempre funcionarán o no funcionarán para la mayoría de las personas.
Dado que a nivel profesional, la proporción entre la enseñanza y la práctica puede ser de 1:40 o similar, creo que los Maestros deberían utilizar este tiempo limitado para impartir las habilidades y técnicas necesarias para el auto-desarrollo del estudiante en cada una de sus sesiones de práctica, esto significa ayudarle a desarrollar habilidades metacognitivas para que sea capaz de monitorear su propio progreso.
Cada aspecto del desarrollo debe ser cuidado, y estos incluyen, entre muchos otros: Los pasos para aprender piezas, cómo organizar la estructura, cómo hacer que las ideas en nuestra cabeza sean claras para el público, cómo producir cada tipo de sonido y color, la relación entre cada movimiento físico -o la falta de él- y el sonido, cómo memorizar, cómo poner digitaciones, cómo conquistar saltos difíciles, cómo utilizar la rotación, cómo funciona el pulgar, qué velocidad de ataque es necesaria en cada registro, cómo dar forma a una frase, cómo encontrar el equilibrio, cómo producir cada dinámica y articulación, cómo poner pedales, cómo utilizar el peso, cuándo usar diferentes ataques, dirigir la conciencia a cada tipo de audición, cómo contar una historia, qué elementos además de la partitura deben ser considerados, la importancia y capacidad de cada articulación, y cómo crear líneas (¡muy importante!), pero también cómo ser habil creando redes, cómo hacer un programa para un recital o una concurso, cómo hablar con el público, cómo caminar en el escenario, cómo planificar nuestra carrera, y la lista continúa. La introducción gradual de estas y otras habilidades ayudará a cada uno de nosotros a familiarizarnos con una caja de herramientas a la que podremos tener acceso y aplicar cuando sea necesario, y cuanto más grande sea la caja de herramientas, más independientes podremos ser.
En muchas ocasiones deseé recibir más momentos dorados que golpes en la cara, pero es precisamente por esos golpes, que me vi forzado a pensar y verbalizar cada uno de los elementos necesarios para convertirme en mi mejor versión, y espero compartir estos métodos que consisten en partes iguales de preguntas y respuestas correctas con aquellos jóvenes que también sueñan con ser intérpretes, sin saber todavía lo que significa ser uno.